2. INTERACCIONES MEDICAMENTOSAS
Cuando se administran varios fármacos de forma simultánea, es posible que surjan interacciones entre ellos, así se define la interacción farmacológica como aquella situación en la que los efectos de un fármaco están influidos por la administración conjunta de otro, sin embargo, las interacciones no sólo se producen entre fármacos, sino que se pueden producir con cualquier sustancia química: alimentos, alcohol, tabaco, plantas medicinales, etc.
El efecto de la interacción se puede presentar de forma cuantitativa (aumento o disminución del efecto) o cualitativa (aparición de un efecto inhabitual) y pueden ser clínicamente indeseables o beneficiosas como en los casos de sinergismo o antagonismo para tratar intoxicaciones.
La probabilidad de que aparezcan se relaciona directamente con el número de medicamentos que recibe el paciente considerando que tomando diez o más fármacos la posibilidad de interacciones es del 100%, siendo especialmente susceptibles los pacientes con patología renal o hepática o con alteración fisiológica importante debido a los problemas que pueden plantearse por acumulación de los fármacos.
Habitualmente las interacciones farmacológicas se clasifican en farmacéuticas, farmacocinéticas o farmacodinámicas siendo estas últimas las más previsibles.
Las interacciones farmacéuticas también se llaman incompatibilidades, son especialmente importantes cuando se administra un fármaco por vía intravenosa. Como norma general, no deben mezclarse fármacos antes de la administración parenteral a menos que se disponga de evidencias de su compatibilidad.
Las interacciones farmacocinéticas son aquellas que tienen lugar durante los procesos de absorción, distribución, metabolismo o eliminación y generalmente ocasionan el aumento o disminución de los niveles plasmáticos del fármaco. Son especialmente importantes la interacción metabólica por los inductores o inhibidores enzimáticos (ver anteriormente), también tienen importancia aquellas interacciones que afectan a la absorción y pueden alterar la biodisponibilidad de los fármacos. En este sentido, hay que recordar que los alimentos pueden modificar la absorción de algunos fármacos por lo que antes de administra cualquier fármaco hay que valorar su posible interacción con alimentos.
Aunque, como hemos comentado con anterioridad, la mayoría de las veces, las interacciones no tienen una relevancia clínica importante, en algunas situaciones clínicas, las interacciones si pueden representar un riesgo. Estas situaciones, comprenden entre otras las siguientes:
- Pacientes que reciben fármacos que tienen un intervalo terapéutico estrecho (aminoglucósidos, antiarrítmicos, anticoagulantes orales, antiepilépticos, antimicóticos, antineoplásicos, antiretrovirales, digitálicos, hipoglucemiantes orales, inmunosupresores, litio o teofilina).
- Pacientes que toman un número elevado de fármacos, incluyendo automedicación y plantas medicinales.
- Pacientes gravemente enfermos (insuficiencia renal, hepática, cardiaca o respiratoria, insuficiencia autónoma, enfermedad de Alzheimer o miastenia grave).
- Pacientes infectados por VIH.
- Pacientes “pasivos” (niños, ancianos o enfermos mentales).
- Pacientes farmacodependientes.
Entre los fármacos que con mayor frecuencia originan interacciones de importancia clínica figuran los que tienen índice terapéutico estrecho, alta tasa de unión a proteínas plasmáticas, metabolismo saturable, o efectos dependientes de su concentración, en este sentido, antiarrítmicos, anticoagulantes orales, antineoplásicos, corticoides, depresores del SNC, hipoglucemiantes, hipotensores o inotrópicos positivos son algunos de los que presenta más riesgo en caso de interacciones.
Con el fin de prevenir las interacciones, conviene tener en cuenta algunos aspectos tales como:
- Una anamnesis farmacológica que incluya la automedicación y consultar la lista atentamente antes de introducir un fármaco o suprimirlo.
- Prestar atención a los pacientes de alto riesgo: pacientes gravemente enfermos, polimedicados, en edades extremas, etc.
- Reducir la administración de varios medicamentos en la medida de lo posible y durante el tiempo mínimo.
- Conocer en profundidad las propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas de los fármacos utilizados.
- Revisar periódicamente la eficacia del tratamiento, ante situaciones de reducción de la eficacia, pensar en una posible interacción.
- Cambiar las pautas posológicas lo menos posible.
- Vigilar la administración conjunta de fármacos susceptibles de interaccionar.
- Tener presente la dieta y las interacciones con alimentos.
- Recordar que los medicamentos pueden interferir en algunas pruebas analíticas.
- Estar expectante ante la administración de fármacos nuevos o a los que no se está acostumbrado.