En el abordaje de los problemas en la gestación, las metrorragias se clasifican según la edad gestacional: en la primera mitad se relacionan con aborto, embarazo ectópico o enfermedad trofoblástica, y en la segunda mitad con complicaciones como placenta previa, desprendimiento de placenta, rotura uterina o vasa previa. Otro grupo relevante son los trastornos hipertensivos, que incluyen hipertensión crónica, gestacional, preeclampsia, eclampsia y síndrome de HELLP. La preeclampsia grave requiere control estricto con hipotensores, sulfato de magnesio y, en casos graves o tras las 37 semanas, finalización del embarazo. La prevención se basa en aspirina en mujeres de alto riesgo.
La diabetes gestacional, frecuente en el 10% de los embarazos, se diagnostica con cribados como el test de O’Sullivan y el test de tolerancia a la glucosa, requiriendo control dietético, ejercicio físico e insulina si la glucemia no se normaliza. También destaca la incompatibilidad Rh, que puede derivar en eritroblastosis fetal y se previene con inmunoglobulina anti-D. La amenaza de parto prematuro se maneja con tocólisis y corticoides para maduración pulmonar. Por último, diversas infecciones maternas (TORCH, parvovirus B19, VIH, COVID-19, entre otras) pueden tener repercusiones graves en el feto, siendo fundamental la prevención (vacunación, profilaxis, control prenatal) y el tratamiento precoz en caso de infección.