La evaluación en el Proceso de Atención de Enfermería (PAE) no es una fase final estática, sino un proceso continuo y dinámico que se desarrolla desde la recogida inicial de datos hasta el alta del paciente. La enfermera debe evaluar constantemente la efectividad de las intervenciones y la evolución del paciente, permitiendo ajustar el plan de cuidados según sea necesario. Esta evaluación incluye tres fases: la evaluación inicial, que comienza en el primer contacto con el paciente; la evaluación de proceso, donde se analizan los resultados intermedios y se ajustan las intervenciones según los indicadores NOC; y la evaluación final, que determina el grado de éxito de las intervenciones al comparar los resultados obtenidos con los esperados.
En cuanto a los tipos de indicadores NOC, estos se agrupan en datos anatomofisiológicos, síntomas, conocimientos, competencias, sentimientos y valores/creencias, los cuales son evaluados mediante entrevistas clínicas, exploración física y escalas de tipo Likert. Tras la evaluación, se deben extraer conclusiones sobre el grado de consecución de los objetivos, pudiendo determinar si las intervenciones han sido efectivas, si requieren ajustes o si se debe reformular el plan de cuidados. Además, el informe de continuidad de cuidados, regulado por el Real Decreto 1093/2010, es esencial para asegurar la calidad y continuidad asistencial, facilitando la transmisión de información relevante entre niveles asistenciales.
