Las principales patologías inflamatorias del pulmón son la neumonía y la bronquitis aguda. La neumonía es una infección del parénquima pulmonar por microorganismos que alcanzan bronquiolos y alvéolos (aspiración o aerosoles). Se distingue por lugar de adquisición en comunitaria y nosocomial/intrahospitalaria, con diferencias en patógenos y pronóstico.
La neumonía adquirida en la comunidad presenta factores de riesgo como edad avanzada, inmunosupresión, tabaquismo, alcoholismo, mala higiene bucal y comorbilidades (EPOC, diabetes, malnutrición). Se manifiesta con fiebre, tos, expectoración, dolor torácico y disnea; en ancianos puede predominar la confusión. El diagnóstico integra clínica y pruebas complementarias (p. ej., imagen), y el tratamiento combina antibióticos adecuados y medidas de soporte. La neumonía nosocomial se asocia a estancias ≥5 días, antibióticos recientes, ventilación mecánica, dispositivos invasivos e inmunosupresión; se diagnostica por infiltrado nuevo + secreciones purulentas con fiebre/hipoxemia/leucocitosis, y se trata con antibióticos dirigidos a patógenos hospitalarios y medidas preventivas (control de infecciones, cuidados del ventilador).
La bronquitis aguda es una inflamación difusa y autolimitada de la mucosa bronquial (vírica (rinovirus, influenza, coronavirus, adenovirus, VRS) o por irritantes. Cursa con tos (con o sin expectoración), fiebre y malestar; la expectoración puede volverse purulenta sin implicar bacterias. El diagnóstico es clínico y prioriza descartar neumonía; las radiografías se reservan para casos seleccionados. El manejo es sintomático: hidratación y humidificación, antipiréticos, reposo y evitar irritantes; el uso de antibióticos no suele estar indicado.
