TEMA 4. HIGIENE DE MANOS


Las infecciones relacionadas con la atención sanitaria son un riesgo frecuente que puede prevenirse principalmente con una correcta higiene de manos, considerada por la OMS la medida más efectiva y sencilla para reducir la transmisión. El lavado con agua y jabón se recomienda cuando hay suciedad visible, mientras que las soluciones hidroalcohólicas son la opción más eficaz en la mayoría de los casos. Tanto los profesionales sanitarios como pacientes, familiares y visitantes deben realizar higiene de manos en los momentos clave de la atención, siguiendo la técnica adecuada y durante el tiempo estipulado.

El uso de guantes nunca sustituye la higiene de manos, ya que estos deben cambiarse entre pacientes y procedimientos. Existen distintos tipos de guantes: los estériles para intervenciones quirúrgicas o procedimientos invasivos, los de exploración en situaciones de contacto con fluidos corporales y los casos en los que su uso no está indicado, como en actividades sin riesgo de exposición a sangre o secreciones. La elección correcta del guante y el cumplimiento de la higiene de manos son esenciales para garantizar la seguridad del paciente.

En entornos quirúrgicos se realiza el lavado quirúrgico de manos, un procedimiento más exhaustivo y prolongado (unos 5 minutos), destinado a reducir al máximo la flora microbiana de manos y antebrazos antes de ponerse la bata y guantes estériles. Este proceso incluye el uso de antisépticos específicos (como povidona yodada o clorhexidina), el cepillado sistemático de uñas, dedos, manos y antebrazos, y un aclarado y secado cuidadosos. Su correcta aplicación asegura condiciones óptimas de asepsia, evitando la transmisión de microorganismos durante las intervenciones quirúrgicas.