TEMA 2. ASPECTOS PSICOSOCIALES DE LA CONDUCTA


1. MECANISMOS BIOLÓGICOS DE LA CONDUCTA HUMANA 

Atender a las bases biológicas de la conducta implica un acercamiento multidisciplinar, con el estudio de los genes y su interacción con el medio ambiente (genotipo y fenotipo), y el estudio de las células nerviosas y las hormonas, y su relación con distintas conductas, funciones cognitivas y procesos emocionales.

El sustrato biológico donde tienen lugar todas las funciones psicológicas es el sistema nervioso central, más concretamente, el cerebro. 

1.1 Encéfalo (cerebro) 

Está dividido en 2 hemisferios, conectados por el cuerpo calloso (formado, a su vez, por los axones de las neuronas). El término asimetría funcional hace referencia a la predominancia de un hemisferio sobre el otro en función de su especialización, pero no se habla de dominio absoluto. El hemisferio izquierdo está asociado al procesamiento de la comprensión y la producción del lenguaje verbal, así como al análisis de la información de manera secuenciada. El hemisferio derecho se encarga de las habilidades visoespaciales y artísticas, procesa el lenguaje no verbal (implicaciones emocionales, expresiones faciales) y analiza las relaciones de una pieza informativa sobre el todo. Estructuralmente, el cerebro está constituido por: 

División del Sistema Nervioso

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1.1.1 Telencéfalo 

  • Corteza cerebral: parte más externa, también llamada sustancia gris, sede de la experiencia consciente. En su superficie, se pueden observar las circunvoluciones o pliegues, mientras que a nivel más profundo aparecen los surcos, entre los cuales destacan:
    o   El central: cisura de Rolando. Separa el lóbulo parietal del frontal.
    o   El lateral: cisura de Silvio. Separa el lóbulo frontal del temporal.
    o   El parietooccipital: separa el lóbulo parietal del occipital.
  • Ganglios basales: globo pálido, putamen y núcleo caudado.
  • Sistema límbico: contiene la amígdala y se encarga de la regulación emocional.
  • Hipocampo: está relacionado con la memoria, el aprendizaje y la navegación espacial.

Corte transversal del encéfalo

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1.1.2 Diencéfalo 

Está constituido principalmente por sustancia blanca, que contiene los axones neuronales responsables de transmitir la información interhemisférica. 

  • Tálamo: integra toda la información sensorial excepto la olfatoria.
  • Hipotálamo: es el encargado de la homeostasis fisiológica, desempeña un papel principal en la regulación del SN Autónomo y del sistema endocrino, así como en la organización de las conductas relacionadas con la supervivencia de las especies (control de la presión sanguínea, la temperatura corporal, la ingesta de alimentos y agua, la actividad reproductora...) y los ciclos circadianos (luz-oscuridad, sueño). Conecta con la hipófisis, también llamada glándula pituitaria. 

1.1.3  Lóbulos 

Si se atiende a su división por lóbulos, el cerebro queda dividido en:

Frontal: es el responsable del control de la cognición y del control motor voluntario, desde la planificación de la secuencia de movimientos hasta la generación de órdenes de contracción de fibras musculares concretas, la selección de objetivos, el control emocional y de aspectos motivacionales relacionados con la conducta.

Parietal: percibe las sensaciones del cuerpo a través de los estímulos somestésicos (vibración, temperatura, presión, dolor, tacto, posición...). Permite reconocer la posición de los objetos en el espacio y mantener el esquema corporal. También incluye el cálculo numérico y los procesos de memoria sensorial a corto plazo.

Temporal: en su zona de la corteza cerebral, procesa información auditiva y contiene áreas relacionadas con la compresión del lenguaje y la música, así como regiones relacionadas con la memoria y el aprendizaje o la experiencia emocional. En su parte más interna se sitúan el hipocampo (relacionado con la memoria implícita y cuya estimulación puede conllevar patrones de comportamiento como la ira, la tranquilidad, la pasividad, el impulso sexual...) y la amígdala (relacionada con la experiencia emocional: dota de sentido emocional a las percepciones conscientes procesadas en el resto del encéfalo, coordinando las respuestas autónomas y endocrinas asociadas).

Occipital: en las áreas visuales primarias se procesa la información visual (color, brillo, forma, ubicación y movimiento) y se envía a las zonas de asociación, donde esta información se integra de manera multimodal y da lugar a la percepción. Una vez construida la percepción, se proyectan conexiones con el lóbulo parietal (para localizar el objeto en el espacio) y con el lóbulo temporal (para ponerle nombre). 

 Lóbulos del cerebro

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1.2. Tronco del encéfalo (mesencéfalo, metencéfalo, mielencéfalo 

Son vías de sustancia blanca que envían comunicación entre la médula, los nervios craneales y el cerebro. El mesencéfalo forma la parte superior del tronco del encéfalo. Alberga algunos núcleos relacionados con las sensaciones somáticas asociadas al dolor. El metencéfalo está compuesto por la protuberancia del tronco del encéfalo y el cerebelo. El mielencéfalo es la parte más inferior del tronco del encéfalo. En él se encuentra el bulbo raquídeo, en cuyo interior hay núcleos esenciales para el control de funciones vitales autónomas como la respiración, la frecuencia cardiaca o la digestión.

 

1.3 Cerebelo (en el metencéfalo)

Es una estructura básica para el movimiento coordinado, fluido y controlado, y el aprendizaje de hábitos motores complejos (montar en bicicleta, caminar, conducir...). 

Sistema nervioso central

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1.4 Recuerdo de neurofisiología

1.4.1 Sinapsis

Espacio de unión entre 2 neuronas donde se produce la transmisión y regulación de la información nerviosa. 

1.4.2 Neurotransmisores

Sustancias químicas excretadas en el espacio sináptico con función reguladora:

Serotonina: se sintetiza a partir del triptófano y su déficit está asociado con la depresión y la ideación obsesiva.

Endorfinas: promueven la calma, mejoran el humor, reducen el dolor.

Catecolaminas:

  • Adrenalina: funciones fisiológicas (regula la presión arterial, el ritmo respiratorio o la dilatación pupilar) y psicológicas (mantiene alerta ante cualquier estímulo).
  • Noradrenalina: está relacionada con la motivación, la ira y el placer sexual, su déficit está asociado a la depresión y/o ansiedad.
  • Dopamina: está implicada en las conductas adictivas y es la causante de las sensaciones placenteras. También es la encargada de la coordinación de ciertos movimientos musculares; está disminuida en la enfermedad de Parkinson y aumentada en procesos psicóticos.
  • Glutamato: es el neurotransmisor excitatorio más importante del sistema nervioso central.
  • GABA: actúa como un mensajero inhibidor, por lo que frena la acción de los neurotransmisores excitatorios y así regula la ansiedad.

 

2. PROCESOS PSICOLÓGICOS SUPERIORES ASOCIADOS A LA CONDUCTA

2.1 Atención, sensación y percepción

Los sentidos suponen el acceso al mundo exterior. Recogen información del entorno y la transforman en estímulos nerviosos (sensación, proceso de transducción) que viajarán a través de las vías nerviosas y se almacenarán en la memoria sensorial. Pero no todo lo que llega a esta memoria se procesa, puesto que sería imposible. El filtro que separa lo que puede resultar interesante de lo que no es la atención (sistema regulador del resto de funciones superiores). Una vez seleccionados los datos, se interpretan para dotarlos de sentido (percepción).  

2.1.1 Tipos de atención

Selectiva: permite la selección de información relevante y la supresión o atenuación de potenciales distractores. Actuaría como un filtro de estímulos e implicaría el concepto de foco atencional.

Dividida: permite distribuir la atención entre varios estímulos al mismo tiempo, favoreciendo la realización de varias tareas de manera simultánea.

Sostenida: también denominada vigilancia, implica la capacidad de mantener la concentración en una tarea durante largos periodos de tiempo.

Los factores que influyen en la percepción pueden depender de los mismos estímulos (intensidad, contraste, organización...) o de la persona que percibe. En este sentido, se puede hablar de:

  • Principios generales que explican la percepción: leyes gestálticas de figura/fondo, agrupamiento y constancia perceptual.
  • Características personales: relacionadas con la personalidad del individuo, su experiencia, estado afectivo, deseos e intereses, y la cultura en la que está inmerso, que proporciona esquemas de interpretación.

2.2 Memoria

Se trata de un proceso complejo que implica la capacidad de codificar, almacenar y recuperar la información. 

2.2.1 Ebbinghaus (1850-1909)

Fue el primero en aplicar el método científico al estudio de la memoria. Utilizaba listas de sílabas sin sentido. Algunas de sus conclusiones más importantes son: 

  • Cuanto más larga es la información para aprender, más repeticiones se necesitan.
  • El reaprendizaje siempre es más fácil que el aprendizaje original; por esta razón, el reconocimiento suele ser más sencillo que la evocación.
  • El olvido comienza a producirse durante la primera hora después del estudio. La curva del olvido establece que al principio el ritmo de olvido es más rápido y después se estabiliza. El olvido puede producirse por decaimiento (desuso, paso del tiempo), interferencia en el almacenamiento o fallos en la recuperación.
  • El efecto de posición serial implica que se recuerdan mejor los primeros elementos de una lista de aprendizaje (efecto de primacía) y/o los últimos (efecto de recencia) cuando hay que memorizar listas de estímulos muy largas. El efecto de primacía se produce gracias a la memoria a largo plazo (MLP), mientras que el efecto de recencia se produce gracias al funcionamiento de la memoria a corto plazo (MCP). 

2.2.2 Barlett (1886-1969)

Acercó el estudio de la memoria a la vida cotidiana, empleando material significativo y estímulos con sentido. Consideraba que las personas eran agentes activos de memorización, es decir, las personas memorizan el material organizándolo según sus propios esquemas (extraídos de la experiencia personal). Por ello, el recuerdo de información nueva se ve influido por los conocimientos previos que tenga la persona. 

2.2.3 Modelo estructural del procesamiento de la información

Aunque el primero fue propuesto por Broadbent (1958), el modelo estructural más influyente es el de Atkinson y Shiffrin (1968), conocido también con el nombre de modelo multialmacén. Postula la existencia de unas estructuras permanentes (registros sensoriales, almacén a corto plazo-MCP y a largo plazo-MLP), y de unos procesos de control (operaciones para regular el funcionamiento de la memoria: repeticiones, repasos, pistas o claves de recuperación...). Sin estas operaciones de control, la información no pasará de la memoria sensorial a la MCP ni de esta a la MLP.

 Tipos de memoria, modelo multialmacén

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2.2.4. Baddeley y Hitch (1974)

Defendieron que la MCP no podía ser solo una estructura de almacenaje y postularon que podía entenderse mejor como un auténtico sistema operativo que permitiría dirigir y realizar varias actividades mentales al mismo tiempo. Por eso incluyeron la MCP dentro de una estructura más compleja denominada memoria operativa o de trabajo. Esta estructura funcionaría al mismo tiempo como almacén y como centro de manipulación de la información, trabajando conjuntamente con los elementos recibidos desde la memoria sensorial y con los conocimientos previos almacenados en la MLP (para poder trabajar con estos elementos ya almacenados, previamente han de ser activados y recuperados por la MCP). 

División de la MLP en función de los contenidos 

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2.2.5 Craik y Lockhart (1972)

Establecieron que la duración de una información en la memoria no depende tanto de la estructura en la que se almacena, sino de la profundidad con la que se codifica. Hablaban así de los niveles de procesamiento en relación con la consolidación de la huella mnésica. Los niveles de procesamiento estarían condicionados por la modalidad de entrada sensorial (mejor huella mnésica de información visual), la familiaridad con el estímulo (mejor huella mnésica de material conocido), el tiempo invertido en su procesamiento (a mayor tiempo, mejor huella) y el esfuerzo cognitivo realizado (cuantas más estrategias se empleen, mejor huella). De esta manera, se puede diferenciar el procesamiento superficial (relacionado con aspectos sensoriales, más débil) y el profundo (relacionado con el significado, más duradero).

 

2.3 Aprendizaje

Muy relacionado en el apartado anterior, el aprendizaje es el principal mecanismo de adaptación, puesto que permite

completar el repertorio conductual del organismo, añadiendo nuevas conductas (por adquisición o modificación de las ya aprendidas) a las conductas innatas, gracias a la interacción con el medio. 

Si se atiende a los tipos de asociación que se producen entre estímulos para “aprender”, se puede hablar de aprendizaje o de condicionamiento clásico, operante y vicario. 

2.3.1. Condicionamiento clásico o pavloviano 

Principio básico: asociación de 2 estímulos para provocar una respuesta. Mediante el proceso de asociación continuada de un estímulo neutro (EN) a otro incondicionado (EI) que provoca una respuesta incondicionada (RI), se puede conseguir que el primero provoque la RI. Un ejemplo clásico es el de los perros de Pavlov.

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Sus procesos básicos serían la adquisición (incorporación de nuevas conductas gracias a la asociación EC → RC), la extinción (“desaprendizaje” por una presentación continuada del EC sin la RI), la generalización (estímulos semejantes a los EC consiguen provocar la misma RC aún sin haber sido directamente entrenados) y la discriminación (proceso inverso a la generalización, permite “fijar” la asociación a la RC y no a otros parecidos). 

Hoy en día, la mayor parte de las técnicas con encuadre conductista presentan también influjos cognitivistas. Entre las técnicas derivadas del condicionamiento clásico destacan el control de la activación a través de la relajación (relajación progresiva de Jacobson, entrenamiento autógeno de Schulz, ejercicios de visualización, respiraciones profundas...), la desensibilización sistemática (combina relajación con jerarquización de estímulos y aproximaciones sucesivas; puede ser in vivo o en imaginación), la exposición (implosión e inundación, cuya clave principal es el bloqueo de la conducta de evitación), el entrenamiento asertivo (orientado a disminuir la ansiedad ante situaciones interpersonales, utiliza el ensayo de conducta, la imitación, el feedback y la desensibilización sistemática, combinados con técnicas cognitivas como la reestructuración del pensamiento, la parada de pensamiento o la resolución de problemas para facilitar el desarrollo de habilidades de comunicación), y la terapia aversiva (asociación de estímulos aversivos y la conducta que modificar). 

2.3.2. Condicionamiento operante o skinneriano 

Principio básico: asociación entre la respuesta producida y su efecto (consecuencia que la sigue).

Estímulo → Respuesta → Consecuencia (recompensa o castigo) 

Entre los efectos o refuerzos cabe hablar de las recompensas y los castigos. Las recompensas tienen por objeto adquirir nuevas conductas o fortalecer conductas ya existentes. Pueden ser recompensas positivas (añadir algo que gusta) y negativas (retirar algo que no gusta). Los castigos tienen por objetivo extinguir conductas no deseables o reducir la frecuencia de una conducta no deseada. Pueden ser castigos positivos (añadir algo que no gusta) y negativos (retirar algo que gusta).

Se dice que un refuerzo es continuo cuando se aplica cada vez que aparece la respuesta y parcial (o intermitente) si únicamente se refuerzan algunas conductas, en función de la razón (número de emisión de conductas) o del intervalo (tiempo pasado desde el último refuerzo).

Entre las técnicas de intervención desde el condicionamiento operante destacan las siguientes:

  • Las orientadas a adquirir nuevos comportamientos: moldeamiento (combina la técnica de aproximaciones sucesivas con el refuerzo positivo); encadenamiento (aprendizaje de conductas complejas partiendo de conductas más simples).
  • Las orientadas a reducir o eliminar conductas: coste de respuesta (basarse en castigos negativos), tiempo fuera del reforzamiento (retirar las condiciones del medio que permiten obtener refuerzos), saciación (presentar de manera masiva un reforzador hasta que pierde su valor) y la sobrecorrección (reparar los efectos de una conducta inadecuada y, además, repetir una adecuada).
  • Las basadas en sistemas de organización de contingencias, que pueden servir para aumentar o disminuir la frecuencia de emisión de una conducta: economía de fichas y contrato de contingencias (acuerdos entre dos personas, que incluyen condiciones y consecuencias de su cumplimiento o incumplimiento).

2.3.3. Condicionamiento vicario o por observación

Principios básicos: subraya los aspectos cognitivos del aprendizaje, que se produce por observación de un modelo. Los procesos básicos a los que hay que recurrir para que tenga lugar este tipo de aprendizaje son la atención, la discriminación, la memoria y la elaboración cognitiva. No obstante, que haya aprendizaje no implica necesariamente que haya imitación (habrá que aplicar refuerzos para ello). 

2.3.4. Otras teorías del aprendizaje

En la actualidad, una de las teorías de estilos de aprendizaje más conocidas es la teoría del aprendizaje experiencial o experimental de Kolb (1984). Esta defiende que los estilos de aprendizaje emergen debido a 3 factores: la genética, las experiencias de vida y las exigencias del entorno. Además, afirma que el aprendizaje es el resultado de la forma en la que se percibe y procesa lo percibido. Este aprendizaje se daría en 4 etapas:

  • Experiencia concreta: inmersión en una situación estimular. Sirve de base para la observación.
  • Observación reflexiva: se produce una reflexión sobre lo observado, de modo que se comienza a construir una teoría de lo que puede significar lo observado.
  • Conceptualización abstracta: formación de conceptos abstractos y generalizaciones basadas en las hipótesis de causalidad generadas.
  • Aplicación o experimentación activa: se prueban las implicaciones de lo conceptualizado en situaciones nuevas. 

Además del aprendizaje experimental, se puede hablar también de los siguientes tipos de aprendizaje: 

  • Significativo: se fundamenta en la estructura cognitiva previa de la persona, es decir, en el conjunto de saberes y representaciones que posee. Cuando estos conocimientos previos se relacionan de manera interactiva con la nueva información para aprender y se la dota de sentido, se genera el aprendizaje significativo.
  • Personalizado: tipo de aprendizaje que se ajusta a las fortalezas, necesidades, habilidades e intereses de cada persona, por lo que huye de “lecciones para todos por igual”. Fomenta itinerarios específicos y flexibles para cada persona, ajustados a su potencialidad. Las competencias se convierten en metas.
  • Informal: hace referencia al aprendizaje espontáneo, fortuito, que carece de intencionalidad definida de antemano. Carece de la posibilidad de certificación mediante exámenes o pruebas.
  • Formal: aprendizaje programado, intencionado, con una finalidad clara, con itinerario cerrado y sujeto a la certificación mediante exámenes o pruebas de capacitación.
  • Blended: tipo de formación híbrida, semipresencial; combina capacitación presencial con aprendizaje en línea.

 

2.4 Pensamiento

El pensamiento puede ser espontáneo (involuntario, muy influido por la percepción, el estado de ánimo y los deseos) o dirigido, entendido como proceso mental intencionado, orientado a obtener metas. Incluye procesos de categorización, razonamiento, solución de problemas o toma de decisiones. Aunque el pensamiento es cognitivo, se infiere a partir de la conducta. 

2.4.1. Procesos del pensamiento 

Categorización

Es el proceso que permite clasificar e interpretar las experiencias. El concepto sería una representación mental que surge del ejercicio de categorización, que permite dar significado a los estímulos del entorno. Forma, por tanto, la base del conocimiento semántico.

Razonamiento

Proceso por el cual se realizan inferencias sobre el entorno y permite llegar a conclusiones que guiarán el comportamiento. Puede ser:

  • Deductivo

Trabaja con la lógica. Las inferencias están incluidas en las premisas previas, parte de lo general para llegar a lo particular. Por ejemplo: a todas las personas les gusta el chocolate; María es una persona, entonces a María le gusta el chocolate. Problema: aunque las leyes de inferencia lógica se respeten, el planteamiento base de las premisas de partida no siempre es válido. Se valora si la manera de razonar es adecuada, no si sus contenidos son válidos.

  • Inductivo

Trabaja con la probabilidad, base de la estadística. Las inferencias son novedosas, se extraen de la experiencia previa; partiendo de lo particular se llega a lo general. Por ejemplo: he visto 3 cuervos y los 3 eran negros. Entonces, todos los cuervos son negros. Problema: existencia de excepciones.

Solución de problemas

Una situación se convierte en un problema cuando es vivida de manera negativa y requiere un plan de acción para resolverla. Para poder resolverla, los pasos que hay que seguir son los siguientes: 1) Definir bien la situación; 2) Establecer una meta; 3) Generar posibles soluciones alternativas; 4) Ejecutar una solución, y 5) Verificar la bondad de ajustar la solución ejecutada (Modelo de D’Zurilla y Goldfried, partiendo de la base de Nezu).

Toma de decisiones

Es el proceso de elegir una entre varias alternativas, desechando el resto. El procedimiento más habitual es el del árbol de decisiones: se parte de un planteamiento inicial, se generan posibles alternativas, se plantean posibles resultados de cada alternativa y, finalmente, se elige la alternativa más factible. 

2.4.2. Tipos de pensamiento

Pensamiento mágico

Un suceso lleva a otro simplemente porque se dan seguidos en el tiempo o el espacio. Es la base de las supersticiones.

Pensamiento intuitivo

Aunque la persona es capaz de generar distintas hipótesis explicativas, se queda con la más llamativa. Es la base de los prejuicios. 

Pensamiento lógico

Se tienen en cuenta diferentes factores que inciden en la situación analizada, sin dejar que la opción llamativa sea la elegida. Es frecuente la aplicación de este pensamiento cuando se tienen conocimientos exhaustivos sobre el tema. 

2.4.3. Estilos atribucionales

Atribución que la persona realiza a la hora de analizar y concluir responsabilidades (causas) sobre una determinada cuestión. Es uno de los aspectos importantes que influyen en los procesos del pensamiento y se pueden clasificar de diversas maneras: 

Atendiendo al locus de control (LC), las atribuciones pueden ser: 

Externas o ambientales: la conducta se atribuye a la situación. Por ejemplo: suspendo porque me tienen manía.

Internas o disposicionales: la conducta se atribuye a las actitudes o características de la persona. Por ejemplo: suspendo porque no he estudiado. Ante la enfermedad, un locus de control interno permite a la persona adueñarse de su situación, favoreciendo una mejor evolución. 

Atendiendo a su consistencia temporal, podrían clasificarse como: 

Estables o inestables: en función del grado en que aparece la misma respuesta en distintos tiempos. 

En relación con la percepción de controlabilidad, las atribuciones pueden ser controlables o incontrolables. 

Finalmente, en relación con su generalización situacional, podría hablarse de atribuciones globales o específicas, atendiendo a su consistencia en distintos escenarios y situaciones. 

Algunos sesgos de atribución serían: 

Error fundamental de atribución (Ross): tendencia a poner énfasis en las características internas o disposiciones personales para explicar una conducta, sin tener en cuenta características del medio (por ejemplo: como es una persona desagradable, solo se esperan de ella comportamientos desagradables).

Estilo atribucional egótico o egoprotector (Snyder): de manera sistemática, los éxitos se atribuyen a uno mismo (LC interno) y los fracasos, a los demás o a la situación (LC externo).

Estilo atribucional insidioso (Seligman): el éxito se atribuye a causas externas (LC externo) y los fracasos, a aspectos propios (LC interno). Cuando este tipo de sesgo se une a la percepción de incontrolabilidad, especificidad e inestabilidad en el LC externo (por ejemplo, la suerte para explicar el éxito) y la percepción de globalidad y estabilidad en el LC interno (por ejemplo, manera de ser para el fracaso), puede conducir a estados depresivos y de indefensión aprendida (“Por mucho que haga, nunca lo voy a conseguir; por lo que, al final, dejo de hacer nada”). El resultado se plasma en la disminución de la autoestima, en la dificultad para iniciar acciones, en el aumento en el tiempo de latencia de la respuesta y en las dificultades para adquirir nuevos aprendizajes. 

2.4.4. Distorsiones cognitivas

Son interferencias en el proceso de pensamiento, susceptibles de ser modificadas a través de intervenciones de reestructuración cognitiva.

Generalización: extraer una regla general o extrapolar un suceso a una serie de sucesos no necesariamente relacionados e incluso diferentes.

Inferencia arbitraria: obtener una conclusión (generalmente negativa) sin que exista evidencia suficiente o incluso con evidencia contraria.

Abstracción selectiva: conceptualizar una experiencia focalizando en un aspecto concreto del suceso, desestimando el contexto y difuminando los demás detalles del suceso.

Maximización y minimización: incrementar o disminuir el grado de significación de un suceso hasta el punto de distorsionarlo.

Visión catastrófica: exagerar las consecuencias negativas de una acción o minimizar los logros o la capacidad propios o de otros.

Personalización: atribuirse sucesos externos sin datos objetivos suficientes, como atribuirse los estados emocionales de los demás.

Pensamiento absolutista y dicotómico: también se denomina de todo o nada y consiste en categorizar las experiencias en polos opuestos sin tener en cuenta los posibles puntos de vista. 

2.4.5. Desarrollo del pensamiento

El primero en estudiar sistemáticamente el desarrollo del pensamiento desde la perspectiva de la inteligencia fue Piaget. Aunque su modelo es criticado, sigue estableciendo pilares básicos de conocimiento. Describió la existencia de 4 periodos en el desarrollo cognitivo de las personas:

Estadio sensoriomotor

Desde el nacimiento hasta los 18/24 meses: el niño basa en los sentidos y en la conducta motora su conocimiento del mundo, aprende a través de la acción. Logros más importantes: holofrase (una palabra condensa el significado de una frase) y permanencia del objeto (un elemento sigue existiendo, aunque no lo pueda ver; ha comenzado la representación mental del mundo que le rodea). Si se alcanza este hito, la angustia de separación será menor.

Estadio preoperatorio

De los 2 a los 7 años: comienza la función simbólica: a través de las palabras, se puede “representar” la realidad, lo que les permite pensar en objetos que no tienen delante, siempre ligados a la realidad más manipulable; dificultades para pensar en abstracto. Principales características del periodo: egocentrismo (incapacidad para considerar las cosas desde un punto de vista distinto al propio) y centralización (la atención se concentra en una parte del fenómeno y presenta dificultad para percibirlo en su totalidad). Pensamiento intuitivo, principalmente.

Estadio de las operaciones concretas

De los 7 a los 11 años: el niño ya no intuye, sino que razona. El egocentrismo se convierte en realismo objetivo y se descentraliza. Comienza a adquirir conciencia de la conservación y de la reversibilidad, la reciprocidad, la ordenación espacio-temporal y la seriación. Es decir, comienza a captar las relaciones entre los fenómenos, a hacer abstracciones de lo esencial (liberándose de la manipulación directa) y a utilizar tímidamente los principios de la lógica formal.

Estadio de las operaciones formales

A partir de los 11 años: es precursor de la capacidad de pensar en abstracto de manera plena, del pensamiento lógico abstracto, con importante presencia de las hipótesis. Hay que tener en cuenta que en la adolescencia y en adultos sometidos a estrés es frecuente la reaparición del egocentrismo.  

2.4.6 Terapias cognitivas

A finales de los años 60 comenzó el auge de los modelos cognitivos (Kelly, Ellis, Beck), que otorgaban mayor peso a los factores cognitivos como causa de la conducta. Desde este enfoque, algunas de las intervenciones más relevantes orientadas a modificar el comportamiento de las personas son las siguientes: 

Reestructuración cognitiva

Localizar y sustituir el pensamiento disfuncional o el procesamiento distorsionado de la información (distorsiones cognitivas, creencias irracionales) por uno más funcional o adaptativo es la base para cambiar la conducta. El proceso básico de reestructuración cognitiva implica identificar los pensamientos, analizarlos y, luego, modificarlos. Destacan la terapia racional emotiva de Ellis (modelo ABCDE: activating event → beliefs → consequences → discussion → effects; localización y debate racional con las creencias irracionales) y la terapia cognitiva de Beck, inicialmente desarrollada para personas con depresión (pensamientos automáticos, distorsiones cognitivas y tríada cognitiva: visión negativa sobre uno mismo, sobre el mundo y sobre el futuro). Las autoinstrucciones también forman parte de este acercamiento.

Técnicas cognitivo-comportamentales

Incorporan aspectos psicológicos a las técnicas puramente conductuales. Destacan el entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbaum y la terapia de solución de problemas de D´Zurilla y Goldfried, un proceso en 5 etapas que abarca la orientación general ante el problema: 1) Definición del problema; 2) Formulación de objetivos; 3) Generación de soluciones alternativas; 4) Toma de decisión, y 5) Verificación de la idoneidad de la decisión tomada.

Modelos constructivistas

El origen de los problemas psicológicos radica en las dificultades para integrar experiencias en la propia identidad personal, obstaculizando la coherencia e integridad interna. 

 

2.5 Inteligencia

La inteligencia implica la capacidad de comprender ideas complejas, responder adaptativamente a las demandas del medio, aprender de las experiencias y utilizar la reflexión como estrategia para analizar y superar obstáculos. Aunque en parte está condicionado por factores genéticos, hereditarios, no se puede olvidar el gran influjo del ambiente. 

Se puede hablar de inteligencia fluida (capacidad de pensar de forma lógica y abstracta, y usar la creatividad, útil para afrontar tareas novedosas) y cristalizada (bagaje de experiencias adquirido, útil para resolver tareas cotidianas). La inteligencia fluida estaría en crecimiento hasta la juventud, después se estabilizaría y decrecería un poco en la senectud, mientras que la inteligencia cristalizada sería cada vez más rica.

La primera persona en aplicar el estudio científico a la inteligencia fue Galton (1869). Entendía la inteligencia como una agudeza sensorial y defendía su carácter hereditario. Un discípulo suyo, Cattell, desarrolló los primeros test de inteligencia (1890). En 1912, Stern presentó una fórmula matemática para calcular el índice de inteligencia, que consistía en dividir la edad mental entre la edad cronológica. El término coeficiente intelectual (CI) (Terman, 1916) se halla multiplicando el resultado de la fórmula de Stern por 100, lo cual da lugar a un número que permitiría interpretar el índice de inteligencia (donde 100 sería la media de inteligencia en cada edad). 

Diversas teorías han tratado de establecer el origen de las diferencias en la inteligencia:

Modelos de precisión neuronal: las diferencias en la inteligencia se deben a la precisión y a la velocidad de los procesos neuropsicológicos implicados en la ejecución de una tarea.

Modelos jerárquicos: plantean la existencia de diferentes estructuras en la inteligencia, compuestas por factores generales de inteligencia y otras capacidades específicas.

Modelos contextuales: enfatizan la importancia de factores externos en la inteligencia, defendiendo, por un lado, que la inteligencia es una invención cultural y, por otro, que su valoración depende del contexto.

Modelos de sistemas complejos: postulan diferentes dimensiones de la inteligencia, que interactúan unas con otras, y reciben influencias ambientales. El ejemplo más conocido es el de las inteligencias múltiples de Gardner (1943-).

 

3. ASPECTOS EMOCIONALES RELACIONADOS CON LA CONDUCTA 

3.1 Motivación

La motivación, entendida como motor de la conducta, puede surgir a partir de las necesidades percibidas como no cubiertas y ser entendida como una fuerza orientada a conseguir una meta.

En relación con las necesidades percibidas (que pueden ser reales o solo sentidas), se podría decir que el organismo cuenta con un mecanismo de autorregulación que le permite mantener un equilibrio, una homeostasis. Cuando esa homeostasis se rompe, surge la necesidad y se desencadenan acciones correctoras que buscan recuperar el equilibrio.

Entre las teorías más conocidas en relación con las necesidades, destaca lo que se denomina la pirámide de Maslow, teoría que establece una ordenación jerárquica de las motivaciones en función del grado de no cobertura de las necesidades. Para que el ser humano se realice plenamente, debe satisfacer sus metanecesidades, conocidas también como necesidades B (being needs, B-needs) o de crecimiento (necesidad de pertenencia y estima, con fuerza ascendente), una vez satisfechas sus necesidades básicas, también denominadas necesidades D (deficit needs, D-needs) o de supervivencia (fisiológicas y de seguridad, con fuerza descendente). Además, establecía varias premisas: 1) que las necesidades son universales, aunque cada persona (y cada cultura) puede establecer “sus mínimos”; 2) que las necesidades fisiológicas nacen con las personas y el resto se van adquiriendo con el tiempo; 3) que únicamente las necesidades no satisfechas generan conducta, y 4) que las D-needs generan ciclos cortos de motivación, mientras que las B-needs requieren ciclos más largos. 

Pirámide de Maslow  Fuente:https://economipedia.com/definiciones/piramide-de-maslow.html

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En relación con la motivación orientada a metas, se defiende que, para que una persona consiga concentrar su atención y mejorar su rendimiento, tiene que plantearse metas específicas, difíciles y desafiantes. Pero también es importante trabajar con las expectativas, intentando que el yo real se aproxime al yo ideal. Problema: si el yo ideal es utópico o inalcanzable, la meta, en vez de en reto, se convertirá en amenaza, pudiendo favorecer que aparezcan cuadros de ansiedad, frustración o impotencia. Si la incapacidad para reducir la distancia entre el yo real y el ideal persiste, podría darse un cuadro de indefensión aprendida, interfiriendo de manera drástica en la confianza de la persona en sus propios recursos y en su motivación (déficit motivacional, emocional, de autoestima y cognitivo, lo cual dificultaría el proceso de aprendizaje de respuestas de control).

Por lo tanto, podría decirse que no existe motivaciónde superación sin una percepción saludable de autoeficacia. Si se relacina la motivación con el estilo atribucional, una persona con alta motivación de logro sentirá que sus éxitos se deben a su esfuerzo personal, exhibiendo, por tanto, un locus de control interno.

Si se atiende al origen del elemento motivador, se pueden diferenciar motivadores extrínsecos (no están relacionados con la actividad en sí misma, sino que son consecuencia de ella, es decir, premios o castigos “dados” a la persona por realizar la acción) e intrínsecos (directamente relacionados con la bondad de la acción en sí misma, que permiten probar la competencia y autodeterminación del individuo). Otras clasificaciones también hablan de motivadores biosociales (relacionados con necesidades biológicas: hambre, sexualidad...) y psicosociales (relacionados con necesidades psicológicas: seguridad, afecto, poder, estima, conocimiento, logro...). 

Además, es importante valorar la motivación de una persona a la hora de planificar los cuidados de enfermería que precisa. Para ello, es necesario contemplar los siguientes aspectos:

  • los patrones biológicos y el estado físico;
  • los patrones aprendidos y las conductas adquiridas;
  • los patrones cognitivos (los conocimientos y la capacidad de comprensión de las situaciones, así como la capacidad para planificar estrategias de actuación);
  • la etapa del ciclo vital (edad y grados de madurez y autonomía asociados), y
  • el medio familiar y sociocultural. 

Según Erikson, en cada etapa del desarrollo psicosocial, la persona tiene especial relación con un elemento básico de la sociedad (familia como sustento que asegura necesidades fisiológicas; familia como facilitador de autonomía; relación con iguales; otras instituciones: escuela, otros grupos sociales y culturales).

Teniendo todo lo anterior en cuenta, se puede afirmar que existe una gran variabilidad motivacional en las personas, basada en la plasticidad de los comportamientos (las influencias externas pueden modelar las tendencias internas); 2) que no siempre existe una relación lineal entre motivo y conducta (motivos y necesidades diferentes pueden activar la misma conducta, y distintas conductas pueden satisfacer la misma necesidad), y 3) que la enorme cantidad de motivos existentes pueden conducir a conflictos entre necesidades que se activan a la vez y son contrapuestas. 

Finalmente, es importante contemplar el modelo de las etapas del cambio de Prochaska y DiClemente, puesto que la motivación para movilizar la energía suficiente y modificar o adquirir una nueva conducta pasa por diversas etapas: 

 

Etapas del cambio según modelo de Prochaska y DiClemente

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Precontemplativa: la persona no se plantea la necesidad de modificar su comportamiento; aunque puede percibir ciertos riesgos en él, contempla más pros.

Contemplativa: se plantea la necesidad de cambio, ve los beneficios de este y los riesgos de persistir con dicha conducta, pero aún “no reúne fuerzas suficientes para poner fecha”. No hay un compromiso firme de cambio.

De preparación o determinación: decidido ya el cambio, aumenta la percepción de autoeficacia. Máximo momento de motivación.

De actuación o acción: se ejecutan cambios evidenciables. Es una etapa inestable por el alto riesgo de recaída o el paso rápido a la fase de mantenimiento.

De mantenimiento: esfuerzo por consolidar los cambios y prevenir recaídas. En todo el proceso, la posible existencia de recaídas no se describe como fracaso, sino como parte del proceso de cambio. Tras una recaída, comenzaría de nuevo la etapa precontemplativa.

 

3.1 Emoción

Las emociones hacen referencia al estado funcional interno del organismo. Implican reacciones fisiológicas (pueden afectar al sistema inmunitario a través del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal), pero también desempeñan un papel muy importante como condicionantes de la conducta humana y de la experiencia subjetiva.

Todas las emociones tienen una importante función de supervivencia para el organismo, pero, además, también se puede hablar de su función de adaptación a las demandas del entorno, de su función social (reguladora de las relaciones interpersonales) y de su función motriz (energía suficiente para preparar al organismo para la acción). 

En las emociones, se pueden diferenciar componentes de distinto tipo: 

Fisiológicos: intervienen tanto el sistema nervioso central como el sistema nervioso autónomo. El primero regula e integra las respuestas originadas durante la emoción: el sistema reticular y el hipotálamo envían impulsos simultáneos a la corteza cerebral y del cerebro a las vísceras, lo cual conlleva cambios fisiológicos (teoría de Cannon-Bard). El segundo determina las alteraciones somáticas: actividad electrodérmica, distribución y composición de la sangre, ritmo del corazón, respiración, respuesta pupilar, secreción salival, respuesta pilomotriz, movilidad gastrointestinal, tensión muscular). 

Cognitivos: la manera de percibir las situaciones interfiere en la experiencia emocional, igual que las emociones condicionan el modo de interpretar las situaciones (teoría de Lazarus).

Conductuales: expresión de las emociones a través del lenguaje tanto verbal (palabras) como no verbal (gestos, expresiones faciales, mirada, mímica facial, aspectos paralingüísticos del habla...). En relación con las acciones derivadas de las emociones, se puede hablar de eficacia conductual: a medida que aumenta la intensidad de la emoción, aumenta la eficacia adaptativa de la conducta, pero en el punto crítico se pierde la eficacia y pueden aparecer conductas desorganizadas (ley de Yerkes-Dodson o de U invertida).

 

4. CONDUCTA SOCIAL

4.1 Influencia de la cultura

La cultura puede entenderse como el conjunto de valores, creencias y normas que regulan el funcionamiento social de un grupo de personas, que se transmiten de generación en generación y que generan en sus integrantes identidad cultural.

  • Valores: criterios por los que el grupo juzga la conducta de las personas en relación con lo que se considera aceptable o no dentro de esa cultura. Poseen carga afectiva, se rigen por el deber ser y favorecen la agrupación social, el conformismo y, por tanto, la estabilidad y la continuidad.
  • Creencias: conocimientos derivados de la interiorización de los valores, información integrada y estable en relación con la realidad. Se manifiestan en el comportamiento y pueden variar de un individuo a otro.

La transmisión de estos valores, creencias y normas acontece en el seno del proceso de socialización, mediante la cual se dota a la persona de unas habilidades básicas para desenvolverse con holgura dentro de un determinado grupo social. Los agentes sociales primarios facilitan habilidades de adaptación básicas y su método de adquisición está basado en fuerzas emocionales (familia, vecindario, escuela en cursos tempranos...), mientras que los agentes sociales secundarios favorecerían la adquisición de habilidades específicas que permiten a la persona desempeñar una conducta muy concreta en un ámbito muy específico (universidad, ejército...; adquisición a través de una metodología pedagógica). 

Algunos conceptos importantes que cabe diferenciar son los que siguen:

Integración cultural: modo en el que las partes de una cultura conforman un patrón consistente. De esta manera, cuando una persona está integrada en una cultura, sus formas de pensar y de actuar son iguales; de este modo no existen conflictos internos.

Etnocentrismo y relativismo cultural: cuando una persona juzga a otra teniendo como referencia los propios valores culturales, se habla de etnocentrismo. Además, esta tendencia empuja a valorar como buenos los patrones culturales propios y como menos correctos los de otras culturas. El relativismo cultural implica contemplar a una persona desde su propio contexto cultural, aunque sea diferente al del “evaluador”.

Subcultura y contracultura: cuando no existe una integración cultural absoluta, la cultura dominante puede convivir con subculturas. Una subcultura está conformada por todas aquellas personas cuyo estilo de vida difiere en gran medida del de la cultura dominante y por aquellas que se sienten identificadas entre sí y diferenciadas de la cultura dominante. Pero, si las normas, actitudes y estilos de vida de un subgrupo chocan de frente contra los de la cultura dominante, se hablaría de contracultura.

Estereotipos: creencias e imágenes exageradas y generalistas sobre las características de una cultura o subcultura, generalmente orientadas a “explicar” los comportamientos inadecuados. Los estereotipos ofrecen una visión sesgada de las personas, difuminando su individualidad.

Asimilación: se produce cuando una persona se fusiona con la nueva cultura a la que llega, aceptando los patrones de funcionamiento de la cultura/sociedad mayor y reproduciendo sus costumbres. Gordon señalaba 3 etapas en este proceso:

  • Asimilación cultural: los recién llegados (subcultura) comienzan a funcionar dentro de la sociedad anfitriona, sin renunciar completamente a su propia identidad cultural.
  • Asimilación estructural: los recién llegados buscan integrarse activamente en la sociedad anfitriona mediante la entrada en grupos sociales (pandillas, clubes, instituciones), lo que puede ir erosionando los vínculos con su subcultura de origen.
  • Asimilación marital: los miembros de la subcultura establecen lazos maritales con miembros de la cultura anfitriona o dominante.          

Dentro de una misma cultura, no obstante, pueden coexistir de grupos sociales. Para que un determinado colectivo pueda considerarse grupo, cada miembro ha de vivirse perteneciente a él (sentido de identidad y cohesión), el grupo ha de ser reconocido como tal y los miembros han de interactuar entre ellos siguiendo unas normas comunes, adoptando unos roles entrelazados y actuando de forma unitaria. 

Desde el punto de vista social, entre las redes de apoyo organizadas o mecanismos de participación comunitaria, se pueden diferenciar entre grupos de apoyo y grupos de autoayuda: los de apoyo son grupos de personas sanas o enfermas, vinculadas por un problema similar, con la expectativa de que las dinámicas grupales generadas ayuden a mejorar determinados aspectos de la evolución de los pacientes; los de autoayuda son aquellos en los que se anima al paciente a formar un grupo compuesto por personas con fines comunes, o a integrarse en uno ya existente, con el objetivo de participar en él cuando lo considere conveniente.

 

4.2 Influencia de la familia

Además de la función de socialización, la familia tiene una importante función afectiva, y como “guardiana” de la salud de sus miembros. En Enfermería, es importante recabar información sobre la familia, puesto que puede ayudar a comprender el proceso de salud-enfermedad de las personas. Los principales modelos de valoración familiar son: 

4.2.1 Modelo de valoración de Calgary

Incluye información sobre: 

  • La estructura familiar: composición, jerarquías, intereses, funciones, cultura, estatus socioeconómico.
  • El desarrollo familiar: etapas y tareas.
  • El funcionamiento familiar: actividades de la vida diaria, comunicación, resolución de problemas, alianzas y coaliciones. 

4.2.2 Modelo de valoración familiar de Friedemann

Es importante contar con información sobre: 

  • Los datos básicos de identificación: estructura familiar, dirección, teléfono, actividades de ocio...
  • El estadio de desarrollo familiar: etapa, grado de cumplimientos de la etapa de desarrollo, historia de familia nuclear.
  • Los datos ambientales: características del hogar, del vecindario, movilidad geográfica, relación con la comunidad, red de apoyo familiar...
  • La estructura familiar: patrones de comunicación, estructura de poder, funciones, proceso de toma de decisiones, valores familiares...
  • Las funciones de la familia: desarrollo de hábitos, cobertura emocional, apoyo.
  • El afrontamiento familiar: estilos de afrontamiento, recursos, dificultades. 

4.2.3 Herramientas de valoración 

Para recabar toda la información anterior, existen diferentes herramientas: 

Genograma:

Representación gráfica que utiliza iconos o símbolos para registrar datos estructurales y relacionales de cada miembro de una familia.

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Simbología de los genogramas

Fuente: El genograma: Herramienta para el estudio y abordaje de la familia.[1]

[1]    SuárezMA.Elgenograma:Herramientaparaelestudioyabordajedelafamilia.RevistaMédicaLaPaz.2010;16(1):53-57.

 

Ecomapa:

Permite apreciar la estructura familiar y la conexión de esta con la red de soporte extrafamiliar de recursos existente o ausente en cada familia.

Test APGAR familiar:

Ayuda al equipo de profesionales a valorar el funcionamiento de la familia en situaciones de estrés o crisis, permite valorar la percepción de los miembros de la familia en relación con el nivel de funcionamiento de la unidad familiar de forma global en un momento determinado (adaptabilidad, participación, desarrollo, afectividad y capacidad de resolución).

  • Escala de reajuste social de Holmes y Rahe:

Valora el número de acontecimiento estresantes vividos por una persona en los últimos 12 meses.

  • Cuestionario MOS y cuestionario de Ducke-UNC: Cuestionarios de apoyo social percibido.
  • Escala de autopercepción del estado de salud familiar: Valora el clima social familiar, su integridad, funcionamiento y resistencia, el afrontamiento, el apoyo, la normalización y la participación en el proceso asistencial del paciente. 

4.2.4 Tipos de familias

En función de los modelos y las herramientas de valoración, pueden establecerles los siguientes tipos de familias:

Funcionales: orientadas hacia un sistema abierto, con límites permeables, roles diferenciados, conocidos y respetados. Cada miembro conoce su responsabilidad y coopera para que las necesidades tanto individuales como familiares se cubran. Mantienen una comunicación abierta y respetuosa, con libertad de opinión y confianza entre sus miembros, en la que prevalecen estilos asertivos de comunicación. Se potencia el crecimiento personal de cada miembro, al mismo tiempo que se mantiene la cohesión de grupo.

Disfuncionales: utilizan el control rígido y punitivo como estrategia de regulación, limitando la libertad responsable de cada miembro. Su estructura suele ser jerárquica y piramidal, con roles rígidamente delimitados. El valor de las personas se basa en la regla del perfeccionismo impuesto externamente como meta, fomentando la competitividad y las expectativas poco realistas. Los estilos de comunicación suelen ser pasivos, agresivos, o pasivo-agresivos, con comentarios críticos, presencia de hostilidad, alta reactividad y alta emoción expresada.

4.2.5 Modelo circumplejo de Olson

Se trata de uno de los modelos más interesantes para el estudio del funcionamiento familiar desde la perspectiva de sistemas. Tiene en cuenta características de adaptabilidad y cohesión, además de la comunicación, y permite clasificar a la familia en 16 tipos distintos, resultantes de la conjugación de:

Cohesión: relacionada con el vínculo o lazo emocional entre los miembros de la familia, los límites, tiempos y espacios compartidos, gestión del ocio y las amistades. Permite clasificar las familias, de menor a mayor cohesión, como desligadas, separadas, unidas y aglutinadas. Las dos primeras se caracterizan por favorecer la autonomía e independencia de sus miembros, con escaso apego en los casos más extremos. Las dos segundas fomentan la sobreidentificación con la familia, con exigencias de lealtad y consenso, y escasa diferenciación entre sus miembros en los casos más extremos.

Adaptabilidad: relacionada con la estructura de poder, la división de roles, la existencia de reglas, los procesos de negociación y la disciplina. Permite clasificar a las familias, de menor a mayor adaptabilidad, como rígidas, estructuradas, flexibles y caóticas. En las dos primeras, los roles están bien diferenciados, siendo inflexibles y estereotipados en los casos más extremos, con muchas normas explícitas. Las dos segundas se caracterizan por una mayor inestabilidad de los roles y de las normas, e incapacidad para resolver problemas en los casos más extremos. 

4.2.6 Ciclo vital de las familias

Se pueden diferenciar los siguientes estadios, con tareas específicas por estadio:

  1. Formación de la pareja: fase de negociación de roles, espacios y tiempos, establecimiento de los mecanismos de toma de decisiones y de los modos de comunicación; adecuación a la nueva red familiar.
  2. Paternidad/maternidad: fase de estrés y renegociación: necesidad de aunar intereses; supone cambiar hábitos de relación intrapareja y con el medio exterior.
  3. Familia con hijos en edad escolar: fase de integración activa en la comunidad, pueden aparecer celos, sensación de “evaluación de la competencia socializadora” y conflicto de lealtades. Deviene necesario fortalecer la cohesión familiar (ante la pérdida de intimidad de los progenitores) y establecer las bases del acompañamiento que favorezcan el crecimiento personal del menor. 
  4. Familia con hijos adolescentes: fase de adquisición de autonomía e independencia de los hijos, con la consiguiente flexibilización de límites. Resulta imprescindible una comunicación abierta y equilibrar la libertad y la responsabilidad.
  5. Familia con hijos independizados: las principales tareas son la reconstrucción de la relación matrimonial (posible nido vacío), servir de soporte y generar lazos de unión intergeneracional.
  6. Jubilación y posible viudedad: periodo de pérdidas tanto en el plano físico (autonomía funcional) como social (rol profesional) y emocional (soledad).

 

4.3 Personalidad, autoconcepto y autoestima

Los factores personales tienen mucha influencia en los comportamientos de salud. La personalidad hace referencia a aspectos relativamente estables y duraderos, y abarca toda la conducta de la persona, desde la más manifiesta, observable y pública, hasta la experiencia más interna, en relación con los procesos emocionales, cognitivos y motivacionales de la persona.

Uno de los primeros modelos de personalidad fue el propuesto por Hipócrates, que relacionaba el temperamento con humores corporales (bilis amarillas: colérico; bilis negra: melancólico; flema: cerebral; sangre: sanguíneo, más irascible y colérico). 

En el s. XVIII, la frenología (Gall y Lavater) estudiaba la personalidad basada en la medida del cráneo, y en el s. XIX proliferaron las teorías que relacionaban la morfología corporal con la personalidad (somatotipos y psicotipos; Kretschmer y Sheldon), aunque con poca repercusión científica. 

Desde la corriente psicodinámica, Freud propuso una diferenciación topográfica y otra estructural de la personalidad. Topográficamente hablando, se pueden diferenciar estructuras conscientes (relacionadas con la percepción), preconscientes (aunque no sean conscientes, pueden aflorar a la conciencia con cierta facilidad) e inconscientes (difícilmente accesibles por la conciencia). Desde la teoría estructural, se propone una división del aparato psíquico que incluiría el ello (fuente de energía primordial, que abarca los instintos y trata de solventar de manera inmediata los estados de necesidad, desde el principio del placer, buscando gratificación inmediata), el yo (estructura mediadora entre el ello y el mundo exterior; su cometido es asegurar la conservación del organismo mediante la adaptación al medio exterior: principio de realidad) y el superyó (devuelve una visión crítica a través de juicios de valor de las acciones y pensamientos del individuo, desde los valores culturales y morales).

4.3.1 Teoría de los cinco grandes

Una de las más influyentes en la actualidad (McCrae y Costa), denominada así por su construcción a partir de:

  1. Neuroticismo (vs. estabilidad emocional): en relación con la gestión de los aspectos emocionales, el neuroticismo hace referencia a la inestabilidad emocional, la alta reactividad y la tendencia a emitir respuestas de afrontamiento no adaptativas.
  2. Extraversión (vs. introversión): relacionado con la interacción con las personas, la necesidad de estímulos sociales y el dinamismo. La extraversión hace referencia a la alta sociabilidad, el gusto por las personas, el carácter impulsivo y el gusto por la variación y el cambio de interacciones.
  3. Apertura de mente (vs. rigidez): se refiere a la búsqueda activa y apreciación de experiencias novedosas, la creatividad y el mantenimiento de ideas no convencionales.
  4. Amabilidad (vs. antipatía): define la tendencia de las personas a relacionarse con los demás desde parámetros de afecto, consideración y respeto. Contempla también aspectos de afabilidad y sensibilidad a las necesidades ajenas, con alta disposición para la colaboración.
  5. Responsabilidad (vs. impulsividad): incluye la tendencia al sentido del deber, la organización, la autodisciplina y la eficiencia, así como una alta orientación al logro.

4.3.2 Patrones o tipos de personalidad

Tipo A: personas impacientes, hostiles, competitivas, ambiciosas, agresivas en la consecución de las metas, dominantes en sus relaciones interpersonales. Orientadas al logro y a la acción, funcionan bien bajo situaciones de estrés y urgencia, aunque puede aparecer agresividad y frustración ante la no consecución rápida de la meta. Su estilo de funcionamiento aumenta la probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares e hipertensión. Frente al reconocimiento social, priorizan la autopercepción de competencia.

Tipo B: personas calmadas, pacientes, confiadas, más orientadas a la búsqueda de reconocimiento social que a las tareas, no se envuelven en metas complicadas y no les gusta el estrés. Con frecuencia postergan la realización de las tareas y no suelen mostrar adherencia al compromiso. Su perfil se describe como “protector” para la salud. 

Tipo C: personas caracterizadas por mostrar pesimismo, desesperanza, comportamientos afables y sumisos, y por reprimir sus emociones, sobre todo las de tinte negativo. Suelen tener dificultades para manejar el estrés, cayendo en estados depresivos y percepción de indefensión. Pueden mostrarse pasivas. Algunos estudios las describen como más propensas a padecer cáncer, enfermedades crónicas e hipertensión.

Tipo D: personas impregnadas por un sentimiento general de angustia, tienden a la inhibición social, se muestran reservadas, huidizas, preocupadas, irascibles y tristes. Este patrón de personalidad estaría más relacionado con la aparición de problemas cardíacos, al igual que los de tipo A.

Resistente: caracterizados por el compromiso, un alto grado de control interno y la tendencia a valorar las situaciones como un reto. Muestran alto grado de implicación y participación activa en las tareas encaminadas a una meta. Se considera que este tipo de personalidad contrarresta el impacto del estrés.

4.3.3 Autoconcepto y autoestima

Factores primordiales en el estudio de la personalidad, ya que determinan el nivel de aspiraciones de la persona, sus expectativas de logro y su sentido de competencia, así como el estilo de relaciones interpersonales y de intercambio con el medio. 

Autoconcepto

Entendido como la actitud hacia uno mismo, tiene componentes cognitivos (autoimagen), evaluativos y afectivos (autoestima) y conductuales (tendencia a comportarnos de una u otra manera en función de los anteriores).

La ventana de Johari

Puede ayudar a las personas a fomentar su autoconocimiento, siendo este un paso necesario previo para reforzar la autoestima.

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BIBLIOGRAFÍA

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