1. FARMACOLOGÍA EN LA ENFERMEDAD DE PARKINSON
Como comentábamos al principio de este apartado de farmacología del SNC, la enfermedad de Parkinson está ocasionada por la destrucción de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra del cuerpo estriado que forman parte de los núcleos basales, los cuales desempeñan un papel fundamental en la regulación del movimiento intencionado. Estos núcleos basales forman un bucle de reentrada al recibir información de la corteza, procesarla y enviarla de vuelta a la corteza. Los circuitos internos de los núcleos constan de varios componentes. La vía de entrada principal es el neoestriado (el núcleo caudado y putamen) y la vía de salida la constituyen la parte interna del globo pálido y la parte reticulada de la sustancia negra.
Una buena parte del procesamiento de la información que se realiza en los núcleos basales, se lleva a cabo en el neoestriado, a través de las llamadas vía directa y vía indirecta. La activación de la vía directa por dopamina estimula el movimiento mientras que la dopamina al activar la vía indirecta lo inhibe. El equilibrio entre ambas vías, regula el movimiento. En la enfermedad de Parkinson el déficit de dopamina reduce la actividad de la vía directa mientras que se hiperestimula la vía indirecta con el resultado de inhibición del movimiento.
Cuando se manifiestan los síntomas de la enfermedad de Parkinson, al menos el 70% de las neuronas de la sustancia negra se han destruido. La destrucción de estas neuronas provoca los síntomas típicos de la enfermedad: rigidez, resistencia al movimiento pasivo, pérdida de equilibrio y temblor en reposo. Los mecanismos que producen esta destrucción neuronal no son conocidos y se han propuesto tanto factores genéticos como ambientales. Se conoce que algunos compuestos químicos son capaces de destruir las neuronas dopaminérgicas y por lo tanto causar Parkinson. Por su parte también se han encontrado genes que son causantes de la enfermedad por lo que las teorías actuales se basan en combinaciones de factores genéticos y ambientales con una etiología multifactorial.
Los tratamientos actuales frente a la enfermedad se basan en la restitución dopaminérgica pero no consiguen evitar que continúe la destrucción neuronal, sin embargo ofrecen utilidad en el control de los síntomas sobre todo en las fases iniciales cuando se diagnostica la enfermedad logrando una calidad de vida aceptable.
La restitución de dopamina no puede realizarse administrando directamente dopamina ya que esta no atraviesa la BEH, por ello en el tratamiento de la enfermedad se usan precursores de la dopamina como la levodopa, agonistas dopaminérgicos e inhibidores de la degradación de dopamina.