Las decisiones sobre el manejo de su tratamiento, la prevención de complicaciones o cómo actuar ante un signo de alarma queda para ellos, para los pacientes, quienes no siempre lo hacen de forma acertada y que va llevándolos a una situación de complejidad que impacta en su vida en general. Complejidad asociada a la fragmentación que se inicia sobre el paciente, que es derivado a diferentes especialistas, quienes cada uno hace un diagnóstico de su "área corporal" y pauta un tratamiento, sin que nadie le ofrezca una atención integral y fragmentación también del sistema, incapaz de acompañar al paciente en sus transiciones entre atención primaria, hospital y domicilio.
Esa fragmentación es determinante de la complejidad, añadiendo a esta realidad la consideración de que los determinantes sociales de la salud impactan también definitivamente en esta complejidad y sabiendo que, a menor nivel socioeconómico, más enfermedad y que las especificidades individuales de cada persona introducen también variables de complejidad.
Diseñar estrategias de abordaje a la cronicidad, contemplando únicamente variables clínicas parece estar abocado al fracaso. En cronicidad existen otras muchas variables que hay que manejar para facilitar y mantener calidad de vida en los pacientes.
El abordaje de la cronicidad no siempre tiene como objetivo curar al paciente, sino también permitirle llegar a su máxima funcionalidad, minimizar sus síntomas, aumentar la supervivencia y mejorar la calidad de vida. Cronicidad con calidad.
Plantearse el abordaje de la cronicidad desde la perspectiva de los propios pacientes, requiere escucharlos y orientar la atención a sus necesidades y no a sus demandas.
